Con la Salud Si se Juega
Primera edición Fundación de Arte Emergente
Segunda edición Ministerio de Cultura de Colombia
Temas del Arte/Arte y Teoria
Reseña del libro: Con la salud sí se juega, de Zurisaday Cordero, Juan Carlos Rodríguez y Víctor Cárdenas "Cuni". Fundación de Arte Emergente, Caracas, 2006.
Por Jose Antonio Navarrete
LatinArt
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Jugando en serio con el arte
No son abundantes los libros de reflexión teórica sobre el arte que circulan internacionalmente en el mercado editorial. Menos, todavía, los que realmente sirven para abonar una comprensión productiva del arte actual. Sobran, eso sí, en revistas y otros medios divulgativos, incluyendo la Internet, las aproximaciones críticas a artistas y obras contemporáneos que tienden, con más frecuencia de la permisible, a repetir las ideas exitosas de unos cuantos pensadores, sin importar mucho cuán diferentes sean entre sí los hechos a examen. Entre estas ideas ocupan primera fila las de algún filósofo de moda, adscrito a pesar suyo a la tradición intelectual apocalíptica de la vieja izquierda, que sin haber desarrollado una familiaridad suficiente con las motivaciones, estrategias discursivas y operatorias de lenguaje desenvueltas por el arte del día puede sentarse a diagnosticarle, con más suspicacia que penetración, su estado de salud y derroteros, en un intento inevitablemente fallido de emular el impulso fundador que animó a Kant, hace más de dos siglos, a argumentar su brillante Crítica del juicio.
Hay una primera característica de Con la salud sí se juega que me interesa destacar: se sumerge en profundidad en una acción (o conjunto de acciones) de trabajo comunitario que, desplegada entre los años 2001-2002 en el barrio La Plazoleta,(1) al centro-sur de Caracas, fue concebida como propiciadora de "un intercambio discursivo y metafórico"; que se realizó como un proyecto de potenciación y reivindicación comunitaria a la vez que como una propuesta artística.
Añado rápido una segunda: aunque en sus páginas se examina "una experiencia" que partió de las inquietudes de una sicóloga, Zurisaday Cordero (San Juan de los Morros, 1965), interesada según ella misma enunciara en "estimular la discusión pública de la relación comunidad-instituciones a propósito de la salud, utilizando estrategias y análisis del campo psicosocial, artístico y popular, como un modo de promocionar el derecho de la salud y fomentar el ejercicio de la ciudadanía en este sector" (p. 44), el proceso de trabajo que dio cumplimiento a estos objetivos se desarrolló en equipo, el cual contó junto a Cordero con otros dos actores principales: un dirigente comunitario, Víctor Cárdenas, Cuni (1959), y un artista visual, Juan Carlos Rodríguez (Caracas, 1967). Todos contribuyeron a perfilar las acciones que se implementaron y a construir el espacio reflexivo que éstas requirieron en su desarrollo. Rodríguez, con su motivación por producir un arte contextualizado y en co-autoría con agentes no especializados en este caso, los habitantes del barrio donde se actuó, fue el responsable principal de teorizar acerca de las estrategias artísticas aplicadas en el curso del trabajo o, más todavía, de teorizar sobre "lo artístico" interesadamente potenciado con la concatenación en el proyecto de estrategias de varias disciplinas también del arte y prácticas de la vida cotidiana.
De lo anterior da constancia el contenido del libro que, tras su Presentación y Prólogo -el último suscrito por Zurisaday Cordero y Juan Carlos Rodríguez, reúne cinco textos: "Prácticas de creación. Transdisciplinariedad e implicancia" y "El torneo. Nudo de una red de indisciplinados saberes", de Juan Carlos Rodríguez; "La cama caminante" y "La salud en pelotas o cómo politizar la salud desde las prácticas de creación", de Zurisaday Cordero, y, por último, "El despertar del amor comunal", transcripción de una charla entre los tres autores mencionados.
De La cama a La salud en pelotas
Fueron cuatro las estrategias generales que se diseñaron y ejecutaron. Su breve descripción, que expongo seguidamente, pretende servir al lector de introducción al sistema teórico-metodológico que las fundamentó y orientó, el cual se enriqueció e hizo más complejo en el curso de la actuación comunitaria. O, lo que es igual, que guió y, a la par, (se) constituyó (en) la praxis artística de Rodríguez.
La primera, La cama (2001), consistió en el emplazamiento de una cama según iniciativa del colectivo artístico Grupo Provisional, integrado por Juan Carlos Rodríguez, Félix Suazo, Domingo de Lucía y David Palacios en dos lugares diferentes: el espacio público de la comunidad y, luego, la entrada principal del hospital que presta a ésta sus servicios. En el primer escenario, durante un día, la cama fue instalada con los accesorios previstos para su simbolización inicial (por ejemplo, en la parte superior del respaldo: imágenes religiosas, tarjetas, flores; en la inferior: una biblioteca doméstica con libros de curación y autoayuda; en sus laterales, diversos juegos de mesa), esto, a fin de suscitar una interacción con la gente que, entre otras cosas, se manifestó en las discusiones sobre el significado de los objetos que la cama portaba y la propuesta que, de acuerdo con sus nociones de religiosidad, salud, etc., algunas personas hicieron de cambios en los mismos.
En el hospital, también durante un día, luego de superada la extrañeza inicial de pacientes y familiares y estimulado por una charla improvisada por uno de los artífices de la propuesta, se generó un diálogo espontáneo con los presentes sobre la problemática de la cama en los servicios deficitarios de salud brindados por la institución. De este modo, se pudo establecer un vínculo con las imágenes e ideas propiciadas por la cama durante su estancia en el barrio.
La segunda estrategia, Las pizarras (2001), consistió en la ubicación de ocho pizarras en los lugares públicos del barrio para que sus habitantes escribieran en ellas sus comentarios sobre la salud. Visto el asunto desde la perspectiva del arte, las pizarras, como previamente la cama, funcionaban como "objetos-procesos" orientados a vincular el campo del arte (dado su interés en lo metafórico y lo simbólico y por incluir la recepción como parte de su propio proceso de construcción-realización, para no hablar de su carácter de referencia crítica de otras propuestas artísticas previas, como las pizarras de Beuys, para mencionar una) con problemáticas psico-sociales de la vida comunitaria, en particular, en este caso, de la salud.
El torneo (2001), o el juego de la pelota de goma, la tercera estrategia a comentar, se basó en un juego popular que, inspirado en el baseball, conserva la estructura y principales reglas de éste, incluyendo su división temporal en inings, pero en el que la pelota se batea con la mano y las reglas se adaptan al tipo de terreno de juego. Los jóvenes del barrio organizaron los tres equipos a enfrentarse, se convocó a presenciar el torneo en la plazoleta o sitio principal de intercambio vecinal y se colocaron en los balcones o lugares muy visibles pancartas con las palabras cura, curador, curación, curar, curaduría, curando, y una con la frase
Con la Salud
Museo
Comunidad— sí se juega
en las cuales ya se ponía de manifiesto el énfasis especial de la acción en explorar relaciones de diferente orden entre la salud y el arte y sus instituciones emblemáticas, el hospital y el museo. A la dinámica tradicional del juego sólo se le añadieron leves modificaciones: 1) inscribir en cada pelota el nombre de un museo, por un lado, y el de un hospital de la ciudad, por el otro; 2) al ingresar cada pelota al juego, entre ining e ining, se leían las inscripciones al público congregado, y 3) inmediatamente después de lo anterior, alguna persona "narraba sus experiencias en alguna de estas instituciones o comentaba cómo entendía la relación torneo-salud-hospital-museo" (p. 70), un punto de partida para convertir ese nexo en posterior tema de conversación y comercio de ideas entre los habitantes del barrio.
La cuarta estrategia fue el desarrollo de los Encuentros creativos que, reclutando a sus miembros entre niños y jóvenes, se realizaron en el barrio durante un año y medio, a razón de una sesión semanal, y por los que desfilaron facilitadores en pintura, dibujo, narrativa, títeres, modelado, baile, dramaturgia, etc. Una actividad importante de estos Encuentros fue la preparación y escenificación de la obra de teatro La salud en pelotas (2002). A partir de las improvisaciones iniciales de los participantes en los encuentros, se construyó colectivamente un guión donde se enfocaba la salud como territorio simbólico en que coexisten distintas discursividades, el cual sirvió como base para un montaje teatral que utilizando variados recursos expresivos intentaba estimular en la audiencia una nueva lectura sobre el tema.
Del yo-individuo al yo-relación
Para decirlo sucintamente, quizás el problema principal planteado en estas acciones desde la perspectiva artística fue el de cómo articularlas más allá de los enunciados de participación de relación con el público que, desde los happenings de los años cincuenta-sesenta hasta la "estética de la relación" teorizada por Bourriaud en la década pasad,(2) han promovido los artistas durante el último medio siglo. Por eso, aunque el concepto de relación tiene un lugar central en el arsenal teórico de Rodríguez, se acompaña de algunos más que pueden precisar mejor el objetivo explicito de su proyecto artístico de incorporar, al propio proceso de construcción-realización de las propuestas, el horizonte de sentido del otro, de la comunidad.
La inclusión de "voces" no representativas del campo del arte en la construcción de "la obra" es denominada por Rodríguez como auto-representación relativa, una noción que identifica aquella estrategia (y procedimiento) en que actores "no autorizados" por el sistema institucional del arte se desempeñan como co-autores de las propuestas de artistas que reportan luego sus experiencias al campo del arte. Como señala Rodríguez, se trata de un procedimiento que "cuestiona la noción de autoría del campo del arte, a la vez que posibilita la visualización de otros horizontes de sentido" (p. 32). Esto es, que a la par que desestabiliza la lógica de funcionamiento de este campo al problematizar la idea de autonomía del arte y subrayar la rebaja del estatuto del artista de genio a productor de significados, ofrece la posibilidad de que se trasladen a su seno, a través de actos de mediación, esas voces articuladas en su exterior. Rodríguez evidencia los vínculos que sus ideas y su práctica artística tienen con el trabajo teórico del psicólogo, filósofo y teólogo de origen español Alejandro Moreno, quien ha investigado ampliamente sobre personas y comunidades barriales en Venezuela. Conceptos de Moreno como los de in-vivencia (reflexión sobre/desde la convivencia con la vida de la comunidad); mundo de vida (mundo de sentidos producido por la comunidad); implicancia (estado que indica que se forma parte del mundo de vida de una comunidad, como resultado de la in-vivencia en ella), son reutilizados por Rodríguez, quien define su ejecutoria artística en Con la salud sí se juega como "prácticas de creación transdisciplinarias desde la implicancia" (p. 25). Y esta implicancia significa para él, justamente, la apertura de una vía alterna para el arte desde un concepto relacional del yo que hace que "la obra artística" esté tejida de "voces en diálogo".
Con la salud sí se juega es un libro cuya riqueza de contenidos, hondura teórica y perspectiva metodológica lo sitúan como una contribución significativa a las discusiones sobre el arte contemporáneo y, en particular, a una de las más arriesgadas, productivas y controversiales direcciones en expansión de la práctica artística internacional del día: EL ARTE DE IMPLICACION SOCIAL. Un arte que toma parte directa en la vida de la sociedad y se produce en una relación dialogal entre artistas y comunidades, grupos humanos o sujetos específicos. Un arte que, como he dicho antes en otra parte y Con la salud sí se juega parece demostrar fehacientemente, "parece tener entre sus posibilidades la de generar relaciones imprevisibles entre la experiencia social colectiva y la invención imaginal, quizás el punto donde se decide su pertinencia".(3)
José Antonio Navarrete
Citas:
(1) En Venezuela la denominación de barrio se usa sólo para identificar las áreas urbanas donde viven los sectores populares. Los lugares de residencia de las clases medias y altas son identificados como "urbanización", "conjunto residencial" y otros afines.
(2) Nicolás Bourriaud. Estética relacional. Adriana Hidalgo editora S.A., Buenos Aires, 2006.
(3) José Antonio Navarrete. "Accionar la comunidad: arte de intervención social". Incluido en: Futuro do presente. Itaú Cultural, Sí£o Paulo, 2008, s.p. (catálogo).
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Publicacion del capitulo Nudos de una red de indisciplinados saberes, en el libro COLLECTIVE SITUATIONS, de Bill Kelley, 2017